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San José

El culto a San José fue promovido en gran medida por la monja española Teresa de Jesús (1515-1582), reformadora de la orden del Carmelo.  Precisamente, a dicha religiosa, elevada a los altares, se atribuye la donación de una imagen que se encuentra en el Cerrito del Carmen.  De manera que la devoción al padre adoptivo de Jesús se generalizó en el siglo XVII.  Ya en el XVIII, en el barrio del Tortuguero, en Santiago de Guatemala, se inauguró un templo dedicado a San José, en 1762.  Dentro de la iglesia se colocó la imagen del santo, que era propiedad de una dama capitalina, quien la donó para la iglesia.  Por el escritor Domingo Juarros, se ha atribuido la talla al escultor Alonso de la Paz.  Cuando se verificó el traslado de la ciudad, la iglesia dedicada a San José fue construida en el  límite entre la traza oficial de la urbe y la población originaria del pueblo de La Ermita.  La edificación se realizó entre 1780 y 1783.  En ella se instalaron, además de la escultura de San José, la imagen de San Pedro, titular de la iglesia dedicada al príncipe de los apóstoles en la ciudad de Santiago, y la imagen de la Virgen del Patrocinio de la ermita de Espinosa de los Monteros.  También se alojaron en el interior de la iglesia la imagen de la Virgen de Dolores y el Nazareno de la Cruz del Milagro.  Entre las actividades memorables realizadas en ese período, destacó la coronación de la imagen de San José, con corona de oro, esmeraldas y otras piedras preciosas, en 1789, en el templo de Santa Rosa, que en esa época funcionaba como catedral.  Esta corona se perdió durante la invasión de Francisco Morazán .

La premura de la construcción parece haber hecho más sensible la estructura a los sismos.  De cualquier manera, según la descripción de Jesús Fernández: “La pobre fachada acusa su edad, 1783, en que dominaba todavía degenerado el estilo churrigueresco, enemigo de las líneas rectas”.  En una publicación hecha por Víctor Miguel Díaz posterior a los terremotos de 1917 y 1918, se puede observar que la fachada tenía pilastras serlianas, que dividían la portada en tres calles y dos cuerpos con remate.  En 1831 un sismo agrietó la portada .  En 1853 se reformó el interior, con altares probablemente neoclásicos, según se desprende de la narración de Fernández.  En un álbum fotográfico conmemorativo publicado en 1968, puede verse que la iglesia, efectivamente, contaba con una portada ultrabarroca de pilastras serlianas, con movimiento de masa mural en el entablamento, con friso cóncavo y frontones de volutas en las hornacinas

Los terremotos de 1917 y 1918 destruyeron la iglesia y en su atrio se instaló uno de los campamentos de los damnificados .  Los restos de los muros interrumpían la 5ª calle, por lo que la empresa Anguiano los extrajo en 1919 . No existen referencias sobre la construcción del templo posterior a dicha liberación de escombros.  Lo cierto es que, cuando se produjo otro sismo, el 6 de agosto de 1942, la fachada volvió a agrietarse .  Por las fotografías publicadas en 1968 del templo después de los terremotos de 1917 – 1918 y las de 1976 es posible suponer que la iglesia fue reparada después de 1919 con los mismos materiales tradicionales, es decir mampuestos irregulares, ladrillo y argamasa.  De hecho, las ventanas eran prácticamente las mismas.  Tenía tres ventanas entre el campanario y un contrafuerte, que marcaba el presbiterio, y tenía una ventana en este ámbito, en el muro que daba hacia el sur.  En la parte norte tenía una capilla lateral, a modo de transepto.  La reutilización de las partes no derrumbadas y el uso de los mismos materiales explica por qué, cuando ocurrió el terremoto del 4 de febrero de 1976, la fachada volvió a desplomarse por completo.  El atrio estaba protegido por una sencilla baranda metálica.  Con el sismo, la fachada se derrumbó.  El techo a dos aguas quedó suspendido sobre los muros cuarteados y en riesgo de desplomarse

El 24 de febrero, se informó que un tractor había retirado los escombros de la fachada .  Con la llegada de la estación lluviosa, los muros continuaron derrumbándose hacia la calle, lo que evidenció el riesgo que representaba para los transeúntes .  De manera que, en septiembre, se ordenó su total demolición.  La operación fue descrita por un rotativo: “Lentamente y cuando el sol del medio día brillaba con su mayor intensidad, las máquinas del batallón de ingenieros del Ejército principiaron su obra.  Las gruesas paredes de adobe, testigos de miles y miles de lamentos de los fieles, fueron cediendo al golpe seco de las máquinas demoledoras.  La iglesia de San José, una de las más antiguas y tradicionales de la Nueva Guatemala, quedó por los suelos en cosa de minutos.  Ahora no hay pasos silentes en los viejos ladrillos de barro de la iglesia.  Ahora no hay oraciones en voz baja.  Ahora es sólo el recuerdo de la iglesia de San José.  La imagen de San José no tendrá por ahora su sitial de honor.  Por ahora no habrá donde venerar a la consagrada imagen que para la Semana Mayor recorría las calles de la ciudad en una de las más grandes andas.  Solo el recuerdo.  San José ya no existe.  Un recuerdo nada más” .

Al demoler la edificación, se planificó su nueva construcción y se estimó el costo en Q150 mil .  En 1978 se informó que la República Federal de Alemania había ofrecido ayuda, pues se estimó necesario erogar Q200 mil para la edificación, así como un tiempo de tres años para hacerla realidad.  Según la nota informativa: “Se reconstruirá en su antigua forma y cambios arquitectónicos no serán realizados”.  Mientras tanto, se había construido una galera con madera y láminas para las actividades del culto .  El 4 de junio de 1978 se colocó la primera piedra del actual templo. Cuatro años después se bendijo la nave central del edificio y estuvo a disposición del público.  En 1994, el templo fue elevado al rango de Santuario Arquidiocesano y, en 1997, fue consagrado.  Continuamente se han realizado mejoras, como el acabado del altar mayor y los altares para las imágenes procesionales.

 

El Nazareno de los Milagros

En el templo de San José, además de la imagen titular, se venera la imagen del Nazareno, conocido como Jesús de los Milagros.  La escultura fue realizada originalmente para la ermita de la Cruz del Milagro, en la ciudad de Santiago de Guatemala, de donde derivó su nombre.  La ermita fue construida a finales del siglo XVII como prueba de devoción porque, en 1683, una cruz ubicada en el lugar tembló "milagrosamente". El edificio fue reacondicionado en 1731 y, para dotarlo de objetos de culto, le fue donada a la ermita la imagen del Nazareno.  Sin embargo, a causa de los terremotos de 1773 las autoridades decidieron trasladar la ciudad, por lo que, según el médico e historiador Gerardo Ramírez, el Nazareno llegó a la Nueva Guatemala el 11 de febrero de 1781 y fue alojada en Beaterio de Indias, una casa de religiosas. Al parecer estuvo allí hasta 1819, cuando, por problemas entre los cofrades y las religiosas, fue llevado al Beaterio de Santa Rosa.  Al poco tiempo, en 1826, se sabe que el Nazareno estaba en el Cerrito del Carmen y, en 1859, ya estaba en el templo de San José, donde quedó resguardada definitivamente.

Sobre la imagen del Nazareno de los Milagros, Ramírez indica que es una talla “única en su género, poseedora de rasgos faciales anatómicamente perfectos, misma característica que presenta en el cuello, manos y pies. Lo que demuestra un vasto conocimiento antropométrico de parte del tallador y un dominio del encarnado casi perfecto”.  Según las investigaciones de Ramírez, en los documentos de 1703 no hay referencia sobre la imagen ni la cofradía. Sin embargo, en uno posterior, fechado en 1736, se informa que "Lorenzo de Paz, vecino de esta ciudad, donó una imagen de Jesús Nazareno a dicha ermita con [la] condición [de] que se le había de fundar una hermandad, para mayor honra y gloria de Dios". Estas fechas hacen probable que la talla de la imagen, según Ramírez, se deba a escultores como Juan de Chávez, Juan José Mérida o Carlos Bolaños. Con el traslado a la nueva capital la cantidad de devotos no disminuyó, sino que a lo largo de los siglos creció con la ciudad.

En el decenio de 1930, por iniciativa del sacerdote Mariano Granados, la imagen fue transformada para que estuviera de rodillas y se le dio el título de Rey del Universo, pero después se le restituyó su posición original.  Después del terremoto de 1976, el templo de San José quedó destruido y varias personas, a riesgo de su vida, sacaron la imagen del Nazareno de entre las ruinas.  En 1992, la imagen fue sometida a un proceso de restauración, que estuvo a cargo del Instituto de Antropología e Historia. Unos meses después, el 4 de abril de 1993, el Nazareno fue consagrado y coronado y, en noviembre de 1996, fue llevado a visitar su hogar original, la ermita de la Santa Cruz del Milagro, y proclamado Protector Perpetuo de la Ciudad de Antigua Guatemala .

Entre las formas externas de culto que más sobresalen de la Semana Santa capitalina está la procesión del Nazareno de los Milagros, que se realiza los Domingos de Ramos.  Es una de las procesiones más extensas, con un anda para 114 cargadores.  Se caracteriza por el escuadrón de romanos, que usa un uniforme inspirado en los trajes del ejército imperial del siglo I.  Estos trajes se utilizaron en Guatemala desde el siglo XIX, aunque eran distintos.  En una referencia de John Lloyd Stephens, quien visitó Quetzaltenango durante la Semana Santa, cita la existencia de palestinos, aunque menciona que parecen turcos.  Esto se debió a que, en el siglo XIX, Palestina era parte del imperio turco, por lo que, en una búsqueda de realismo histórico, los cargadores utilizaron el traje que creyeron más parecido al de los tiempos bíblicos.  Cuando se generalizaron las fotografías y el cine, se hicieron los cambios pertinentes.  De esa época data la tradición del escuadrón de romanos de la procesión del Nazareno de los Milagros.  Además, el Primer Viernes de Cuaresma, el Nazareno es llevado en procesión por gran parte del Centro Histórico.

 

  1. Fernández, Jesús: Monografías de los templos de Guatemala.  En: Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala.  Tomo XXXI, enero a diciembre de 1958, páginas 308-316.
  2. Diario de Centro América, 26 de febrero de 1918, página 4.
  3. Taracena, Arturo: Los terremotos de Guatemala.  Álbum gráfico conmemorativo del cincuentenario (1917/1918-1968).  Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, 1970, página 57.
  4. Diario de Centro América, 4 de enero de 1918, página 1.
  5. Diario de Centro América, 7 de junio de 1919, página 6.
  6. El Liberal Progresista, 7 de agosto de 1942, página 1.
  7. Fotografía publicada en: Diario de La Tarde, 5 de febrero de 1976, página 1.
  8. El Gráfico, 24 de febrero de 1976, página 1.
  9. El Gráfico, 21 de junio de 1976, página 3.
  10. El Gráfico, 11 de septiembre de 1976, página 3.
  11. El Gráfico, 15 de septiembre de 1976, página 23.
  12. El Gráfico, 19 de marzo de 1978, página 3.
  13. Chajón, Anibal: Jesús de los Milagros.  En: http://www.cuaresmaysemanasanta.com/jesusdelosmilagros.html
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