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San Sebastián

La devoción a San Sebastián surgió en el asentamiento de Panchoy porque, ante el temor de los sismos, se eligió por suertes, en 1565, un santo protector contra los terremotos.  De esa cuenta, en 1566 se erigió una ermita al santo al pie del cerro del Manchén, la cual fue trasladada en a las inmediaciones de la urbe.  En 1584 el nuevo templo fue estrenado y, en 1594, fue convertido en sede de parroquia.  Por ello, cuando la capital fue trasladada al valle de la Ermita, se reasentó la parroquia de San Sebastián en el valle de la Ermita, al norte de la Plaza Mayor y a inmediaciones del pueblo indígena de Asunción Jocotenango .  Las viviendas de los feligreses comprendidos por la administración eclesiástica dieron forma al barrio de San Sebastián.  A diferencia del asentamiento en Panchoy, el barrio de San Sebastián quedó reducido en dimensiones, probablemente porque no toda la población se trasladó, a pesar de las órdenes de la Corona, y quedó a menos de 100 varas de Jocotenango.

El solar destinado a la construcción del templo parroquial de San Sebastián era amplio, una manzana completa.  En Panchoy contaba con un espacio mucho menor, debido a que fue un solar concedido por un particular para la construcción de una ermita, es decir un templo de pequeñas dimensiones.  De manera que, en Guatemala de la Asunción, el templo quedó rodeado por una amplia plaza.  La parroquia de San Sebastián se instaló provisionalmente en la iglesia de la Escuela de Cristo (actualmente la 7ª calle y 4ª Avenida esquina).  El templo fue edificado entre 1780 y concluido en 1784, cuando lo estrenó el arzobispo Cayetano Francos y Monroy.  La planta del templo fue diseñada en pequeñas proporciones, de 45 por 18 metros, porque la cantidad de feligreses que asistían era pequeña lo que, a su vez, facilitó su rápida construcción.  Sin embargo, contaba con tres naves, las laterales destinadas a capillas de cofradías.  En el interior del templo se colocaron las reliquias del santo, traídas de Roma a la anterior iglesia en 1585.  Ya en el nuevo templo, se ordenó la talla de la escultura del santo patrono, la cual fue realizada por Martín Abarca, Mateo Álvarez y Teodoro Flores, así como el sagrario de plata, estrenado en 1793 (actualmente en la capilla de la Virgen del Manchén).  En 1874 un sismo dañó la estructura, que perdió sus campanarios.  Entre 1895 y 1898 fue reparada.  Los terremotos de 1917 y 1918 destruyeron el templo.  Por ello, fue necesario reconstriur la iglesia que fue bendecida, en 1922, por el arzobispo Luis Muñoz y Capurón y que estuvo a cargo de Cipriano Juárez.  La renovación de la estructura siguió el diseño original, de tres naves.  Entre 1959 y 1964 se construyó la capilla del Padre Eterno, en la parte sur de la iglesia.  El templo volvió a ser destruido por el terremoto de 1976, tras lo cual se reedificó.  Se restauró la fachada original pero se transformó el interior, suprimiendo los pilares que formaban las tres naves, por lo que se amplió el espacio interior, se modificó el techo y se ampliaron las ventanas, bajo la dirección del ingeniero Eduardo Aguirre.  La iglesia fue estrenada en 1987 .

 

El arte en el templo

Edificado en el estilo imperante en su momento, el neoclásico, el templo de San Sebastián conserva únicamente su fachada.  La portada es sencilla.  Cuenta con cuatro columnas de fuste liso, con capiteles inspirados en el orden compuesto, que representan a los cuatro evangelios, fundamento de la doctrina cristiana.  Las columnas soportan un frontón triangular, con movimiento de masa mural.  Al centro se representa la Santísima Trinidad como un triángulo, destacado por rayos convergentes, en altorrelieve.  Su ingreso consiste en una puerta con arco rebajado, sobre el cual se encuentra la ventana del coro alto, flanqueada por pilastras toscanas con otro arco rebajado.  A sus lados se encuentran los campanarios, de base cuadrangular, limitados por pilastras con capiteles idénticos a los de la portada.  La parte superior, cuenta con cuatro pilastras toscanas en cada lado y está coronada con bóveda vaída.  El interior del edificio presenta en el sotocoro la distribución original de tres naves, definidas por pilares de base cuadrangular y tres arcos de medio punto.  El resto del edificio ha sido modificado completamente, aunque aún conserva los arranques de los arcos de medio punto de las naves laterales.  Actualmente, está techado con cielo falso de machimbre, que imita un alfarje, aunque con tragaluces.  El presbiterio conserva la disposición original de las tres naves.  El coro alto presenta una balaustrada inspirada en el neoclásico.  Las pilastras conservan sus capiteles inspirados en el orden compuesto.  La imagen de Santa Lucía es la que se encontraba originalmente en la ermita de ese nombre en La Antigua Guatemala.  La capilla de la Virgen del Manchén, cuya imagen también se encontraba en su propia ermita en la ciudad de Santiago de Guatemala, posee ábside.  La imagen de la Virgen preside el altar, de estilo neoclásico, constituido por pilastras compuestas, entablamento y frontón triangular abierto.  La capilla del Padre Eterno, paralela a la nave del templo, posee un altar neoclásico de pilastras compuestas, entablamento y frontón triangular abierto, elaborado en mármol blanco para destacar sobre el revestimiento del muro, realizado en mármol negro.  Tanto el altar de la Virgen del Manchén como el del Padre Eterno están inspirados en la fachada, mucho más antigua que los altares.

 

El culto al Padre Eterno

Una de las actividades cohesionadoras sociales más importantes del barrio de San Sebastián la ha constituido, desde hace muchas generaciones, el culto a la imagen del Padre Eterno, que se venera en el interior del templo parroquial.  Originalmente, la imagen estuvo en el templo de Jocotenango, situado a seis cuadras de la iglesia de San Sebastián.  Por lo tanto, era una imagen de culto en un pueblo integrado por indígenas de origen kaqchikel (ya que la población fue trasladada a finales del siglo XVIII desde el pueblo de Jocotenango, Sacatepéquez).  Los pobladores eran reconocidos como excelentes constructores y por ello fueron llevados a la nueva capital.  Cuando el templo de Jocotenango fue demolido para ampliar la avenida, por orden del gobierno liberal de Justo Rufino Barrios, en 1879, las imágenes fueron llevadas a San Sebastián.  A partir de entonces, el culto al Padre Eterno se extendió al barrio.  De acuerdo al historiador liberal Antonio Batres Jáuregui:

“En el humilde templo figuraba una colosal escultura labrada de cedro y traída de la Antigua Guatemala, representando al Padre Eterno, en legendaria efigie, de milagrosa fama pero de ningún gusto estético.  Creo que la tosca imagen aún se conserva en San Sebastián” .

No se ha podido determinar cuándo surgió el culto, ya que la referencia más antigua es del decenio de 1860, cuando ya se le veneraba en Jocotenango.  Según Batres Jáuregui, este culto se habría originado en el pueblo adyacente a la hoy conocida como La Antigua Guatemala.  De cualquier manera, la visita a la imagen para solicitar la ayuda divina se ha realizado tradicionalmente los días miércoles.  La imagen fue colocada en una de las capillas del templo y, como se ha visto, al mediar el siglo XX se le construyó la capilla actual.  Entre las actividades relacionadas al culto, se encuentran las oraciones y la participación en misas en la capilla.  Anexas a estas prácticas cultuales se encuentran otras como la colocación de velas, veladoras, flores y agradecimientos.  Relacionadas con éstas, se encuentran las actividades sociales, como interacción entre las personas que asisten los miércoles al culto.  Además, se realizan operaciones comerciales, como ventas de velas, veladoras y flores, así como de dulces tradicionales, procedentes de La Antigua Guatemala y Amatitlán, y platillos, entre ellos atole de elote, tamales, chuchitos, tostadas y tamalitos de cambray.  El culto al Padre Eterno se ha extendido tanto, que rebasa los límites del barrio y congrega a personas de toda la ciudad capital.

También se profesó devoción a la imagen de la Virgen de la Asunción del pueblo de Jocotenango en el templo de San Sebasitián, desde 1879, cuando fue demolida la iglesia de Jocotenango, hasta la construcción de la iglesia de la Asunción.

 

  1. Estrada, Agustín: Historia de la iglesia de San Sebastián.  En: Anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, Tomo 61, 1987, páginas 41-60.
  2. Estrada, Op. Cit., páginas 41-101.
  3. Batres Jáuregui: Antonio: La América Central ante la Historia.  Sánchez y De Guise, Guatemala, 1949, páginas 377-8.
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