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La Recolección

Como todas las órdenes religiosas, los franciscanos de la Propaganda Fide debieron trasladarse al valle de La Ermita después de 1776.  En 1779 se les asignó un solar en la esquina norponiente de la traza de Guatemala de la Asunción, con espacio disponible para huerta y ganado, así como para el convento e iglesia.  El terreno se prolongaba de las actuales 3ª calle de la zona 1 hasta la 1ª calle de la zona 2 y desde la 3ª Avenida hasta la Avenida Elena .  Debido a que, cuando se elaboró la tabla de barrios en 1791 aún no existía el templo de La Recolección, se incluyó en San Sebastián, cuya iglesia ya estaba en funciones.  Además, San Sebastián era la sede de una parroquia, mientras que La Recolección era la sede del Colegio de Cristo Crucificado.  Para 1787 ya existía el convento, pero estaba inconcluso.  Tenía la considerable extensión de 185 varas de sur a norte y 150 de este a oeste.  Además, las autoridades municipales instalaron una pila pública para beneficio de los vecinos, en el crucero de la actual 1ª Avenida y 3ª calle .

Los frailes solicitaron al arquitecto Pedro Garci Aguirre, en 1797, los planos para su iglesia.  Un año después, se iniciaron los cimientos por los ingenieros José Sierra y Antonio Porta.  El diseño era de tres naves y estaba situado de sur a norte (en la actual 2ª Avenida).  En 1802 las obras estaba atrasadas por enfermedad de Porta y, una revisión de Garci Aguirre informó que era necesario rehacer los cimientos.  Así, otros planos fueron aprobados por la Corona en 1803, esta vez de una sola nave y se ordenó que se construyera en la huerta, donde se establecieron los cimientos.  Sin embargo, la Academia de Arquitectura de Madrid consideró que los muros eran excesivamente gruesos y se suspendieron las obras.   En 1809, el arquitecto Santiago Marquí presentó nuevos planos y se inició la construcción definitiva .  A lo largo de esos 30 años, los habitantes del barrio se acostumbraron a la obra inconclusa y muchos de ellos ofrecieron limosnas para la edificación, no sin desilusión al ver que en dos ocasiones fue dinero perdido.

La situación económica era crítica .  Por ello, las construcciones monumentales quedaron suspendidas durante mucho tiempo.  La Independencia no mejoró la situación .  Así que, cuando el gobierno liberal de Francisco Morazán ordenó la expulsión de los religiosos, en 1829, entre ellos los franciscanos, no era sorpresa que se suspendía la construcción de la iglesia de La Recolección y que, por el abandono, sufriera daños por el sismo ocurrido en 1830.

Mientras el barrio iba poblándose paulatinamente, por personas de origen artesano y con modestos recursos económicos, la política siguió cambiando.  Ya que el barrio de La Recolección era considerado parte de San Sebastián, allí se encontraban algunos de los 800 telares que hicieron que los habitantes se les conociera como batanecos, es decir operarios de los batanes o aparatos para procesar la lana y producir paños .

En 1838 los conservadores expulsaron violentamente a los liberales del gobierno en Guatemala.  Así, los vecinos del barrio pudieron solicitar, el mismo año, el retorno de los franciscanos .  Para esa época, un nuevo producto de exportación permitió el desarrollo económico de las élites, el tinte rojo denominado grana, obtenido gracias a la cochinilla.  A su vez, esto provocó el aumento del consumo de productos artesanales elaborados en barrios como el de La Recolección, cuya población había aumentado en tres décadas.  Así, se logró el patrocinio de la obra arquitectónica.

 

Orgullo del barrio

En 1845, durante el gobierno conservador del general Rafael Carrera, se bendijo el templo.  El acto estuvo presidido por el obispo de Comayagua, Honduras, monseñor Francisco de Palua Campoy (1794-1853).  Un periódico de la época, La Gaceta, informó:

“el templo de la Recolección o Colegio de Cristo Crucificado es ciertamente una de las obras magníficas de arquitectura que adornan a Guatemala. Su gran extensión, la simplicidad de sus adornos, la hermosura de su presbiterio, cúpula y crucero; la claridad de sus ventanas, la amplitud del atrio que lo rodea y la elegancia de sus torres, distinguen este edificio entre los muchos que encierra la capital” .

Durante los gobiernos conservadores, entre 1838 y 1871, el crecimiento de los barrios parece haber sido producto de la tasa de fecundidad y no se reportan sobresaltos en el barrio recoleto. 

Fue en esa época en la que se consolidó la identidad del barrio, ya que las actividades artesanales, como panaderías, sastrerías, pulperías y otras, surgieron de acuerdo a las necesidades de la población.  La proximidad con el barrio de San Sebastián, del que había dependido, y al pueblo de Jocotenango, hicieron que, cuando en este pueblo cobró auge la feria de agosto, el barrio de La Recolección recibiera beneficios económicos, puesto que los comerciantes de ganado que se trasladaban a la ciudad para realizar importantes transacciones de semovientes buscaban alojamientos.  Las referencias de los Cuadros de Costumbres, del escritor de la época José Milla y Vidaurre (1822-1882), y de los periódicos, hacen suponer que muchos de ellos se hospedaban temporalmente en casas de las proximidades a los predios de Jocotenango, especialmente en los barrios de San Sebastián y La Recolección, lo que representaba ingresos para los habitantes .  También es obvio que aumentaba la venta de artículos de consumo diario, especialmente por los viajeros.

Al poco tiempo, la política volvió a cambiar.  En 1871, un ejército liberal invadió la capital y tomó el poder.  Uno de los líderes del movimiento, Justo Rufino Barrios era profundamente anticlerical por lo que, como presidente interino, ordenó la expulsión de los religiosos en 1872 y la expropiación de sus bienes.  En esta ocasión, las instalaciones del convento recoleto estaban en buenas condiciones y, al año siguiente, el mismo gobernante estableció la Academia Militar , para lo cual destinó las instalaciones recoletas, que contaban aún con un amplio terreno y caballerizas, ideal para los ejercicios de tiro y caballería.

Con la presencia de la Academia Militar se operó un cambio social en el barrio.  Por las consideraciones culturales del momento, la presencia de soldados asustaba a las madres de hijas solteras, a la vez que provocó la presencia de sexo servidoras, una actividad regulada por el gobierno liberal, que cobraba impuestos por la misma.  Esto alteró poco las costumbres y el desenvolvimiento del barrio, pero fue una de las modificaciones sufridas, al tiempo que decayeron las actividades cultuales promovidas en el templo.

 

Reconstrucción de la iglesia

Mientras tanto, el sacerdote Lamadrid solicitó al ingeniero y arquitecto Rafael Pérez de León (vecino del Hipódromo del Norte) y su socio Enrique Riera los planos para la cúpula, que fue construida entre 1945 y 1948.  También en 1948 se adquirió un órgano marca Wurlitzer y se remodeló el atrio.  Al año siguiente se logró concluir el suelo, con piso de cemento líquido de la fábrica “La Estrella”, de Zepeda Hermanos, así como la instalación eléctrica, a cargo de Alberto Gándara, Agapito Cerca y Eustaquio Figueroa.  En 1949, se bendijo el templo, con la presencia del Nuncio Apostólico, el franciscano Emilio Castellani, por el arzobispo Mariano Rossell Arellano.  También hubo un concierto musical de órgano, ejecutado por el maestro Elías Blas (vecino de San Sebastián) .  

En ese momento se concluyó el crucero y se levantó el altar mayor, según un proyecto enviado por fray Lázaro Lamadrid, quien había sido trasladado a Estados Unidos.  Se usó el diseño de Lamadrid, “entendido en cuestiones de arquitectura”, porque no existían fotografías del altar original.  Además, al fraile se le adjudicó la dirección de las obras.  Para costear el órgano se realizaron varias actividades, entre ellas la rifa de una casa en el callejón Maravillas (4ª calle A) .  Quedó pendiente la construcción de las torres.

Entre 1949 y 1952 se construyó la casa de la comunidad franciscana.  El nuevo sacerdote encargado, Celestino Fernández, continuó con los trabajos, entre 1949 y 1952, como el Salón de Juntas, púlpito, luces fluorescentes en los altares, micrófono.  Su sucesor, Miguel Murcia, logró completar las torres, el frontón y la cruz luminosa en 1954 .  A principios el decenio de 1950 un incendio destruyó lo que quedaba del convento recoleto, no se reportaron víctimas humanas, pero el edificio quedó completamente destruido.  Fue demolido y en el predio se estableció un centro educativo.  En 1965 la Municipalidad volvió a remodelar el atrio, dándole el aspecto actual, que cuenta con una fuente y arriates arbolados, así como espacio para estacionamientos.  En 1969 se terminó la residencia de los sacerdotes. 

Al mismo tiempo que se construía el templo, se incrementó un fenómeno religioso característico de la ciudad de Guatemala, las procesiones de Semana Santa, en especial en el barrio de La Recolección.  El gran impulsor de estos cambios fue el sacerdote Murcia, quien organizó una Asociación y Hermandad, en 1955, lo que dio un impulso sin precedentes a estas organizaciones en toda la ciudad.  Así que, además del templo, el barrio tenía ahora como símbolo una asociación religiosa que cobró relevancia en la capital.

En 1968 el entonces arzobispo, Mario Casariego, erigió la parroquia del Santísimo Nombre de Jesús, con sede en el templo recoleto.  Limita al sur en la 5a calle; oriente, 4ª Avenida; poniente Barrio León Tolstói, La Ruedita, Santa Elena y las demás hacia el barranco ; al norte, 3ª calle de la zona 2 (Jocotenango) hasta el Periférico (Zapote), incluso El Sauce y lotificación Bran.

En febrero de 1976 ocurrió otro terremoto que destruyó gran parte de la infraestructura de todo el país.  El barrio y su templo también sufrieron estragos.  La reconstrucción de la iglesia fue rápida, pues en 1979 ya estaba habilitado nuevamente, en tanto que pocas construcciones privadas sufrieron daños considerables, principalmente las que aún eran de adobe.  El barrio tuvo que recuperarse una vez más.

A diferencia de otras partes de la ciudad, pocos cambios se han notado en el barrio desde entonces.  Aún conserva sus tradiciones y, a pesar de que se ha convertido en ruta de paso para autobuses, preserva sus valores e identidad.

 

Arte en el templo

El templo de La Recolección ha sido reconstruido según el proyecto inaugurado en 1845.  Es de estilo neoclásico, con una fachada que destaca el frontón triangular y dos campanarios.  Las columnas y pilastras del ingreso son de capitel compuesto y fuste toscano.  La planta es de cruz latina, con una sola nave cubierta por bóveda de medio cañón.  Cada tramo cuenta con una ventana y un retablo, también neoclásico, para alojar imágenes de culto, como San Miguel Arcángel (obra adquirida por catálogo en España) y San Antonio de Padua.  Dentro de las obras de arte que fueron trasladadas desde el antiguo edificio en Panchoy se encuentra la escultura de Cristo Crucificado, de estilo barroco.  El crucero está cubierto con una cúpula de media naranja sobre tambor con una linternilla que imita la linterna de la basílica de San Pedro en Roma.  En la actualidad está en proyecto la construcción del altar mayor pues el diseño original, de 1949, nunca se realizó.  Otra de las imágenes importantes es Santa Gertrudis Magna, tallada ya en la Nueva Guatemala de la Asunción. 

En el transepto, del lado del evangelio, se encuentran los altares de las imágenes de Pasión, las que cuentan con mayor cantidad de fieles.  Allí se veneran las esculturas que son sacadas en procesión en Cuaresma y Semana Santa.  Las más importantes son la efigie de Jesús Nazareno, llamada del Consuelo por el sacerdote Murcia, tallada por Juan Ganuza (1840-1893).  La imagen fue severamente dañada por los terremotos de 1917 y 1918 y, según la tradición oral, fue reparada por Julio Dubois (1880-1960) y, en los años 1950, por Huberto Solís Soberanis (1900-1983), previo a la consagración de la imagen, realizada por el obispo de San Marcos, el franciscano Celestino Fernández, en 1956.  La intervención de Dubois puede verse en el cuadro pintado por Carlos Jerónimo Sancho, de 1935, que se encuentra en el mismo brazo del transepto.  Además, se venera la imagen del Señor Sepultado, Cristo de la Penitencia, obra del siglo XVIII de autor aún no identificado.  La efigie se utiliza para el acto del Descendimiento los Viernes Santos.

En la misma capilla se da culto a las imágenes de la Virgen de Dolores, una talla que fue originalmente una imagen de la Virgen utilizada en Navidad y modificada por Solís, San Juan (un ángel transformado en el santo) y Santa María Magdalena (fechada en 1945), ambas obras de Solís; así como las tallas utilizadas para las procesiones infantiles.  También se venera la escultura de la Virgen de la Soledad, coronada y consagrada en 1998 con el título de Reina de la Humanidad.  En el piso se encuentra la lápida funeraria de Murcia.

Entre los elementos más distintivos del barrio de La Recolección se encuentran las actividades del culto católico dirigidos por dos entidades.  Una de ellas es la Hermandad de Jesús Nazareno del Consuelo y Asociación de Cruzados del Santo Sepulcro del Templo de la Recolección , organización creada por los vecinos varones a iniciativa del entonces guardián de la iglesia, el franciscano fray Miguel Ángel Murcia Muñoz (1908-1992), de origen español.  Entre los primeros miembros figuraron Fernando Matta, Rodolfo Rodríguez, Jesús Trujillo, Rafael Villela, Carlos Roberto Molina, Rodolfo Herrera Trejo, Luis López, Jacobo Gutiérrez, los hermanos Pratdesaba y Arturo Anleu.  La otra entidad es la Hermandad de la Virgen de Dolores, compuesta por mujeres, establecida en 1959 por Murcia.  El religioso también compuso varias marchas fúnebres, que se ejecutan aún durante las procesiones religiosas: Sudor de Sangre, María la Penitente, Señor de Esquipulas, La Soledad, Jesús del Consuelo y Crucifixión.

 

  1. Cfr. Lamadrid, Lázaro y Deodato Carbajo: Breve Historia, Iglesia de La Recolección.  Propaganda Religiosa Iglesia de La Recolección, sf, páginas 1-26.
  2. AGCA B.7821, legajo 699, expediente 15221. Plano de Guatemala, 1850.
  3. Cfr. Luján, Jorge: Arquitectura: 1780-1821.  En: Historia General de Guatemala.  Tomo III.  Asociación de Amgos del País, Fundación para la Cultura y el Desarrollo, Guatemala, 1999.
  4. Desde los últimos dos decenios del siglo XVIII las exportaciones de añil estaban en decadencia y, además, la Consolidación de Vales Reales, ordenada por Carlos IV en 1804, dañó la economía de todas las provincias americanas, especialmente en el reino de Guatemala, pues quedó prácticamente sin circulante a causa del envío de dinero a España para sufragar la guerra contra Inglaterra.  Ver: Historia General de Centro América.  Tomo II.  Comunidades Europeas, Sociedad Estatal Quinto Centenario, Facultad Latinoamericana de Ciencias, Sociales, España, 1992.
  5. De hecho fue la reacción ante la crisis económica causada por dicha Consolidación de Vales Reales de 1804.
  6. Salazar, Ramón: Tiempo viejo, recuerdos de mi juventud. Editorial del Ministerio de Educación Pública, Guatemala, 1957, página 98.
  7. Cfr. Lamadrid y Carbajo, Op. Cit.
  8. La Gaceta, 21 de febrero de 1845.
  9. Cfr. Déleon, Ofelia: La feria de Jocotenango en la ciudad de Guatemala: una aproximación histórica y etnográfica.  Editorial Universitaria, Guatemala, 1983.
  10. El Topógrafo, suplemento abril-mayo, 1992.
  11. Libro de cosas notables de La Recolección, manuscrito, folio 50.  Varios Autores: El Serafín de Asís, 1949, página 244.
  12. El Imparcial, 31 de marzo de 1949, página 1 y 4.
  13. Libro de cosas notables de La Recolección, manuscrito, folio 50.  Varios Autores: El Serafín de Asís, 1949, página 244.
  14. Lamadrid y Carbajo, Op. Cit.
  15. Cfr. Chajón, Anibal: Hermandad de Jesús Nazareno de La Recolección.  Centro de Estudios Folklóricos, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2005.
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