La Merced
La orden mercedaria fue creada con el nombre de Orden Real y Militar de Nuestra Señora de La Merced y la Redención de los Cautivos por el catalán Pedro Nolasco, en 1218, con el patrocinio del rey de Aragón Jaime I, el Conquistador. Fue precisamente este soberano el que legó su escudo a la orden. Tras una batalla, marcó cuatro dedos con su sangre, que manaba de una herida, sobre un escudo dorado, que es el que actualmente ostenta la orden, con la corona de Aragón y la cruz de la catedral de Barcelona. Los mercedarios se dedicaban a rescatar a los cristianos prisioneros de los musulmanes. En 1493 llegaron los primeros religiosos a La Española (Santo Domingo), por ello, en 1536 ya estaban en Guatemala. Los primeros en llegar fueron fray Juan de Zambrano y Marcos Pérez Dardón . En 1539, tenían convento en la ciudad, cuando ésta se hallaba al pie del volcán de Agua (actual San Miguel Escobar). Cuando se produjo el traslado a Pachoy, obtuvieron la concesión de un terreno a tres cuadras de la Plaza Mayor, de manos de Alonso Álvarez. En 1561, este convento se convirtió en la sede de la provincia de La Presentación. A lo largo del siglo XVI obtuvieron del Ayuntamiento los terrenos adyacentes, hasta completar un solar de 156 por 246 varas. Los sismos dañaron los edificios de la iglesia y el convento. Así, entre 1749 y 1767, se construyeron de nuevo. La iglesia fue terminada en 1767 y las obras estuvieron a cargo del arquitecto Juan de Dios Estrada . Por ello, fue el edificio menos dañado por los sismos de 1773.
La iglesia y el convento en La Ermita
Cuando se ordenó el traslado al valle de La Ermita, se les concedió un solar insuficiente, por lo que solicitaron una ubicación más lejana de la Plaza Mayor, lo que se les concedió el mismo año del traslado. Entre 1782 y 1784 se construyó la iglesia provisional, que tuvo un costo de 8,146 pesos. La obra definitiva estuvo a cargo de Joaquín Vásquez, quien presentó los planos en 1802, mientras que las torres y la fachada siguieron el proyecto de José Sierra, ambos aprobados por Santiago Marquí. Las primeras partes en ser concluidas fueron la sacristía y el panteón (actual Salón de Jesús). El templo fue consagrado en 1813 .
El convento ocupó la parte poniente del predio (hacia la 11 Avenida), mientras que la parte posterior al templo fue cementerio y huerta. El conjunto era neoclásico, con dos niveles. No fue tan amplio como el construido por Estrada, probablemente porque la comunidad de religiosos pasó de 102, en 1789, cuando las obras estaban iniciando, a 43, en 1816.
Los cambios en el convento se debieron a transformaciones políticas. En 1829 los mercedarios fueron expulsados del territorio por orden de Francisco Morazán. Los documentos y libros conservados en el archivo y la biblioteca de la comunidad se dispersaron o fueron destruidos. Se recuerda una corona de la Virgen de La Merced hecha en oro y piedras preciosas que fue confiscada por Morazán. Según algunas fuentes, el saqueo ascendió a 400 mil pesos. Muchas de las obras habían sido acumuladas a lo largo de casi tres siglos. En 1840 se autorizó el retorno de los mercedarios, pero no regresó un número significativo. Así, en 1852 se concedió el convento y la iglesia a la Compañía de Jesús, autorizada a retornar a Guatemala un año antes. En 1853, los jesuitas tomaron posesión del conjunto. Los tiempos volvieron a cambiar y, en 1871, fueron expulsados de nuevo y el convento pasó a manos del gobierno. La expulsión se hizo efectiva el 4 de septiembre a las cuatro de la madrugada. La iglesia fue autorizada a continuar con uso religioso, pero el convento fue acondicionado para diversos usos .
Una parte del convento fue convertido en escuela. En 1879, funcionaba, además de la escuela diurna, una nocturna . La parte de la esquina norte, actual 11 Avenida y 4ª calle, fue usada como sede para un cuerpo de la policía nacional.
Debido a los daños ocasionados por los terremotos de 1917 y 1918, el edificio del convento sufrió varios daños. La estación de policía fue trasladada a una casa que se obtuvo en alquiler. En 1924 se inició la remodelación. Según un rotativo de la época: “se trabaja actualmente en este edificio. Se derribaron viejos muros para sustituirlos por mano de obra moderna” . En 1928 se inauguró la modificación. En el ángulo de la 11 Avenida y 4ª calle se restableció la Tercera Demarcación de Policía, con una sede para la Policía de Tránsito (creada en 1925) .
En 1948, la parte central de lo que quedaba del convento fue acondicionado para utilizarse como Hospital de la Guardia Civil. El acondicionamiento concluyó en octubre .
Del convento se conserva únicamente un claustro, restaurado en 2010 . Como toda obra neoclásica, cuenta con elementos del repertorio de la Antigüedad, como arcos de medio punto, pilastras, bóvedas de medio cañón y otros. La fuente actual es de Guillermo Aguirre.
El templo
Los oficios religiosos se celebraron en una iglesia provisional. En 1778 se construyeron dos obras definitivas, la sacristía y el panteón funerario, actual Salón de Jesús. La iglesia fue construida por Joaquín Vásquez, mientras que la fachada y las torres son diseño de José Sierra. Santiago Marquí aprobó los planos. Se inició en 1802 y fue consagrada en 1813. Dos años antes se había trasladado el órgano desde La Antigua Guatemala y fue restaurado por Mariano López . En el interior del templo se instalaron las obras de arte religioso que poseía la iglesia en Panchoy. El diseño de Sierra era eminentemente neoclásico, con uso de piedra vista, columnas estriadas y un frontón flanqueado por ángeles, inspirados en las esculturas de la capilla de los Medici, en la iglesia de San Lorenzo de Florencia, obras de Miguel Ángel. En 1847, la señora Luz Zea donó un reloj, que fue colocado en el campanario sur.
Tras la expulsión de los mercedarios, el templo pasó al cuidado del clero secular y, después de la expulsión de los jesuitas ocurrió otro tanto. Con los terremotos de 1917 y 1918 la iglesia quedó severamente dañada, sobre todo la fachada, campanarios y cubierta. La cúpula se desplomó. Por ello, fue necesario reconstruirla. La obra se encargó a Gustavo Novella, con el apoyo artístico de Agustín Iriarte . En 1919 se había completado la cubierta de las naves, obra que estuvo a cargo del maestro Ardón .
En 1924 se inició la nueva cúpula, bajo la inspección de Novella y con diseños de Julio Dubois, para los leones, y del maestro Cancinos . El nuevo domo fue concluido en 1931, con un diseño distinto al original, más alto, peraltado, con linterna, con tambor decorado con columnas, cornisa coronada con leones y cubierta por azulejos. En esta reconstrucción no se completaron los campanarios, probablemente por el temor a los sismos.
En 1938, los jesuitas regresaron a Guatemala. Así, en 1950 el arzobispo entregó la iglesia de La Merced a los jesuitas y la convirtió en sede de parroquia en 1968. En 1960, se había intervenido el órgano de la iglesia, muy deteriorado, por la casa Walcker. En 1970 la iglesia fue declarada Monumento Nacional. El terremoto de 1976 volvió a dañar la estructura, se derrumbó parte de la bóveda del presbiterio, el muro testero y las bóvedas subterráneas .
Desde octubre de 1977 se inició la reconstrucción por el Instituto Guatemalteco de Arte Colonial . Al año siguiente ya se estaba reparando la fachada . Entre 1981 y 1983 se recuperó el edificio, a cargo del ingeniero Jorge Baechli y del maestro de obras Alfonso Toje Gómez. Una vez recuperada la iglesia, se construyó la actual casa parroquial, en 1983. En 1996 se concluyeron las torres, aunque se modificó notablemente el remate de las mismas. Ese año, se instaló un nuevo reloj luminoso y, al año siguiente, se colocaron las campanas .
El arte en el templo
Junto con la iglesia de Capuchinas, la iglesia de La Merced fue de las pocas que revalorizó las obras de arte que se conservaban en Panchoy. Los retablos y pinturas fueron readecuadas para el nuevo templo, aunque el de Vásquez era más alto que el de Estrada. Según los conceptos del neoclasicismo, el interior era más iluminado que el estudio barroco de Estrada. Por ello, fue necesario hacer algunas modificaciones a los altares.
En la nave de la epístola (sur), se conservan retablos barrocos y ultrabarrocos. El que se encuentra a los pies del templo, es decir en el ingreso, es el dedicado a San Judas Tadeo. La devoción a este santo parece haberse incrementado en el siglo XIX y, actualmente, cuenta con una numerosa devoción, cuyo día de celebración es el miércoles de cada semana, en la que los fieles ofrendan arreglos florales y numerosas candelas y veladoras. El día del santo, 28 de octubre, las celebraciones son pomposas y atraen a fieles de toda la ciudad y de otros puntos del país. Según el historiador Ricardo Toledo Palomo, la obra es de José de Valladares inspirada, como el resto de pinturas de los Apóstoles, en grabados de Juan Bautista Piazetta (1682-1754) y fue pintada entre 1756 y 1775. El retablo es ultrabarroco, por la falta de sentido estructural en los pilastras. Posee las pinturas de San Pedro Nolasco y Santa María Cervelló, fundadores de la orden mercedaria en la rama masculina y femenina, respectivamente . El frontal de plata es del siglo XX.
En dirección al presbiterio, siempre en el sotocoro, después del altar de San Judas Tadeo, se encuentra el de San Pedro Pascual, con una hermosa escultura barroca que presenta al santo mercedario con atuendo episcopal, pues fue obispo de Jaén. Las pinturas presentan la aparición del Sagrado Corazón de Jesús a San Ramón Nonato y San Pedro Pascual, así como la aparición de la Virgen a San Pedro Armengol y San Pedro Pascual. El retablo también es ultrabarroco.
De hermosa talla barroca salomónica es el siguiente retablo, dedicado a San Lorenzo. La importancia para los mercedarios de este santo radica en que la fundación de la orden fue el 10 de agosto de 1218, día de San Lorenzo. Por estar ya en la nave libre del coro alto, es de mucho mayor altura. Ostenta la escultura del santo con su parrilla, así como escenas de la vida del santo en pinturas como la curación de la ceguera de Lucilo y el papa Sixto II, otro mártir, de quien fue diácono San Lorenzo.
El retablo fue modificado para alojar la escultura del Niño de la Demanda. Es una talla completa que presenta a Jesús como niño, pero con la cruz a cuestas y con las laceraciones previas a su muerte. Según Gerardo Ramírez, en 1731 se mandó esculpir la imagen, para solicitar limosnas para la procesión del Nazareno. Esta imagen es sacada en procesión infantil el sábado anterior al Domingo de Ramos desde 1955.
Luego, se encuentra el magnífico altar ultrabarroco dedicado a Santa Ifigenia. Se sabe que fue dorado por Agustín de Astorga en 1766. El movimiento de masa mural que presenta la hornacina de la santa es un alto logro del efecticismo y del estudio de claroscuro de su época. Cuenta con pinturas que narran la vida y milagros de la santa. En el segundo cuerpo aparece la escultura de San Mateo, quien bautizó a la santa africana y, en el remate, la de un santo rey, probablemente uno de los Magos de Oriente o el padre de la santa. El retablo fue modificado para alojar la cabeza de San Anastasio Mártir. Este retablo es evidencia de la gran importancia de la comunidad afro descendiente en la ciudad de Santiago de Guatemala y Guatemala de la Asunción.
A continuación se encuentra el retablo dedicado a San Ramón Nonato que, actualmente, cuenta con la imagen de San José y con pinturas de la Anunciación, San Ramón Nonato niño ante Jesús y María, la Visión de las dos coronas que tuvo el santo, la aparición de la Virgen, Jesús que lleva el viático a San Ramón Nonato, Santa Gertrudis Magna y Santa Teresa de Jesús, importantes místicas veneradas en la época.
En el brazo del transepto, del lado de la epístola (sur), se encuentra el altar dedicado a Jesús Resucitado, hecho con fragmentos de otros retablos. Tiene una pintura de Jesús como el Buen Pastor en el sagrario, así como las esculturas de un santo joven, probablemente San Pedro Armengol en el momento de su conversión; San Raimundo de Peñafort y San Pedro Armengol ya adulto. El entablamento hace alusión a las letanías de la Virgen: Torre de Marfil y pureza de la Virgen. En el remate se encuentra una pintura barroca de Cristo Resucitado, así como el Beso de Judas y Ecce Homo en medallones.
Cierra el transepto del retablo de Jesús Nazareno. El retablo original fue tallado por Francisco Javier de Gálvez, en 1758, por 1,250 pesos, para la iglesia de Panchoy. Sin embargo, en La Ermita, la iglesia es mucho más alta en el transepto, por lo que tuvo que ser modificado. Después de los daños de 1917 y 1918, fue reparado por José Garrido. En 1983 volvió a ser intervenido por Jorge Álvarez, para alojar al Nazareno de La Merced con su cruz a cuestas. Cuenta con dos cartelas que indican las indulgencias que reciben los cofrades que sirven al Nazareno. Tiene un sagrario de plata. Además, aloja las esculturas de Jesús del Pensamiento, Jesús atado a la columna, Virgen Dolorosa, San Juan, San Vicente Mártir, San Marcos y San Lucas. Por sus pilastras es ultrabarroco.
El Nazareno
Según el historiador Manuel Morales , la escultura de Jesús Nazareno de la iglesia mercedaria es la única imagen procesional de la ciudad de Guatemala que tiene una documentación que ha permitido hacer una historia de la imagen y de la procesión. El autor de la escultura fue Mateo de Zúñiga, quien residía en Santiago de Guatemala. En 1654, los miembros de la Cofradía de Jesús Nazareno decidieron contratar con Zúñiga la talla de una imagen del Nazareno, a un costo de 65 pesos. Mientras que el encarnado le fue asignado a Joseph de la Cerda. La imagen fue puesta en veneración en marzo de 1665, y es uno de los mejores ejemplos del barroco hispánico guatemalteco, con su estudio sicológico del alma y la personalidad de Cristo, que buscaba la identificación del penitente con la imagen, indica Urruela. La importancia de la imagen llegó a tal punto que, el 5 de agosto de 1717, el obispo de Guatemala, Juan Bautista Álvarez, originario de la ciudad, consagró a la imagen.
El sentimiento de la comunidad fue expresado por un clérigo de la época, fray Antonio de Loyola: “dichosos nosotros que tenemos esta sagrada imagen porque es verdadera imagen de Jesús”. Cuatro años después fue nombrado Patrón Jurado de la ciudad de Santiago de Guatemala, por los milagros atribuidos. Con las órdenes del traslado de la capital, la imagen fue sacada de Santiago en un cajón mientras las personas rezaban el rosario, el 7 de julio de 1778. Al llegar al límite de la ciudad “se cantó el Alabado y, al entonar el Santo Dios, se bañaron todos en lágrimas sin poderse contener, aún los mismos reverendos padres, con cuyo motivo mandé cargar el cajón para seguir el camino”, narra el Libro Primero de la Cofradía. A lo largo del camino la gente salió a recibir al paso de la imagen, en San Lucas Sacatepéquez y Mixco, también rezando el rosario, por eso el Nazareno llegó hasta el 9 de julio, siendo recibido con gran alegría por los frailes en la nueva capital.
Por los daños ocurridos en el templo en 1917 y 1918, la imagen fue resguardada en un rancho de paja en el actual barrio Moderno, zona 2. Mientras tanto, José Garrido, intervenía el retablo, que restauró incluso con algunas piezas del altar mayor que quedó destruido. En 1976 otro terremoto dañó el templo, por lo que el Nazareno estuvo en el colegio de los jesuitas, adyacente al templo. Entre tanto Jorge Álvarez y Anabella Pensabene restauraban el camarín, al que agregaron tallas, entre agosto de 1985 y abril de 1987. También en 1987 se concluyó un trabajo de restauración a la imagen, en la que se resanaron los daños ocasionados por el paso del tiempo y las manipulaciones que sufre la talla cuando se cambia de lugar, sobre todo para colocarla en las andas, en la obra participaron Alberto Carías y Ramiro Irungaray.
Otras obras de enseñanza religiosa
Para completar el ajuar del brazo de la epístola del transepto, se encuentra el retablo de La Piedad, plasmada en una hermosa pintura barroca. Cuenta con la imagen de Jesús de la Caída, la beata Mariana de Jesús y Santa Gertrudis Magna, San Jerónimo, San Joaquín Santa Ana y la Virgen Niña, así como la Virgen de Dolores. También está hecho con fragmentos y posee columnas salomónicas idénticas al retablo que se encuentra enfrente .
En el testero de la calle de la epístola, se encuentra el retablo ultrabarroco de la Virgen de Concepción, con la talla de la Inmaculada; el Tránsito de la Virgen, en una urna adecuada que alteró el retablo; la pintura de la Virgen de La Merced, San Emigdio, San Cesario, San Cristóbal y Santa Bárbara.
El retablo mayor fue encargado a un taller en Barcelona e instalado en 1958. Actualmente está en restauración. Aloja a la Virgen de La Merced, probablemente la imagen que fue obsequiada en 1604 por Jacomé López Corzo, que lleva al Niño Jesús en brazos y junto a ella se encuentran San Pedro Nolasco y cautivos liberados. Es una escultura de estilo manierista, por la diversa altura entre la Virgen y el resto de figuras. También en el altar mayor se encuentra la escultura del Sagrado Corazón de Jesús. Fue tallada por Mariano Ganuza, entre 1845 y 1890, como figura de bastidor, es decir que tenía talladas la cabeza, manos y pies, pero el resto de la imagen era de piezas no talladas, cubiertas por el ropaje. En 1960, fue tallado y estofado el traje, para darle cuerpo, por Estaban y Santiago Rojas González y José Garrido. También se encuentran en el altar las imágenes de San Pedro Nolasco, San Ignacio de Loyola, San Francisco Borja y San Francisco Javier. El sagrario fue realizado por Manuel de Jesús de Ballinas y Gálvez, en 1817.
En los muros laterales se encuentran las tribunas del coro bajo, donde cantaban niños para alternar notas agudas con las voces graves de los frailes, sentados detrás del altar mayor original, que ya no existe. En los pilares que sostienen la cúpula, se encuentran cuatro esculturas, entre las que destaca la Virgen de la Asunción, magnífica talla barroca que exalta a la Virgen en el momento de ser llevada a los cielos por ángeles. Su cabellera es un pretexto para mostrar la técnica del escultor y su dominio para expresar el movimiento.
El altar de la Virgen de Dolores es gemelo del de Concepción. Hasta hace algunos años alojaba la imagen de San José, que era congruente con la tradición de colocar un altar dedicado a la Virgen en equilibrio con otro de San José. En la actualidad aloja a la Virgen de Dolores en escultura de vestir. En pintura se encuentran el Escarnio, Ecce Homo, Última Cena, Santísima Trinidad, San Jerónimo, Cristo Resucitado, Bautismo de Cristo y San Juan Evangelista.
El brazo del evangelio del transepto (norte) tiene la puerta de ingreso a la sacristía. Luego, en el muro del extremo, el altar de la Sagrada Familia. Al igual que el retablo del otro lado del transepto (el del Nazareno) fue modificado. El original era de Francisco Javier de Gálvez, contratado en 1758, por 1,250 pesos y estuvo dedicado a la Virgen de la Esclavitud, devoción de afro descendientes. Su proximidad al altar mayor indica la importancia que tuvo esta comunidad en la iglesia mercedaria. En el sagrario se encuentra una pintura de Jesús bendiciendo el pan. El fanal está ocupado por un conjunto escultórico barroco que representa Sagrada Familia y pastores. En el resto del retablo se encuentran las esculturas de San Joaquín, Santa Ana, Padre Eterno, San Pedro, San Pablo, San Gregorio Magno, San Ramón Nonato y San Pedro Pascual.
Por último, este brazo del transepto tiene el altar dedicado a la Virgen de Guadalupe. En el sagrario se halla una pintura de San Luis Gonzaga. Tiene las pinturas de San Pedro Pascual, San Ramón Nonato, las apariciones de la Virgen de Guadalupe, San Ramón Nonato, San Pedro Pascual y una pequeña escultura de San Juan de Dios.
Ya en la nave del evangelio, en dirección hacia los pies del templo, se encuentra el retablo del Cristo de la Agonía, atribuido a Mateo de Zúñiga. Cuenta con las pinturas de la Virgen, San Juan, San Pedro, Santa María Magdalena, San Miguel y ángeles pasionarios, reparado entre 1987 y 1988 por Jorge Álvarez Sánchez de Movellán y Anabella Pensabene.
Sigue el altar dedicado a Santa María Cerevelló, con dos esculturas de la santa y pinturas que presentan su vida y milagros, especialmente contra las tormentas en el mar, por lo que era muy venerada por los españoles que habían logrado llegar a salvo al cruzar el océano Atlántico. Fue modificado para alojar a la escultura de la Virgen Niña.
Hacia el poniente, se encuentra el altar de San Eloy, un santo que usó sus bienes para rescate de cautivos y, por lo tanto, con una actividad similar a la orden mercedaria. Su importante retablo se debe a la relevancia social y económica del gremio del cual era patrono, el de los plateros. La escultura fue hecha con tela encolada, por lo que es una obra de finales del siglo XVIII. Las pinturas narran escenas de su vida. El fanal aloja la imagen del Señor Sepultado, conocido como Cristo Yacente de la Paz, tallado por Julio Dubois en 1916 y que también es sacado en procesión, los Sábados Santos. En el altar se encuentra también la Virgen de Dolores, San Pedro, patrono de los cerrajeros; San Pablo, patrono de los espaderos; San Roque, San Miguel y San Gabriel.
Ya en el sotocoro, se encuentra el retablo ultrabarroco de San Nicolás de Bari, con las imágenes de Santa Ana y San Joaquín. Completa el repertorio devocional, el retablo de la Virgen de Chiquinquirá. El culto a esta imagen del Rosario fue introducido desde Nueva Granada (actual Colombia) por el fiscal de la Audiencia Felipe de Herrera. La pintura original fue realizada por Alonso de Narváez antes de 1563. Cuando ya estaba borrosa, apareció renovada milagrosamente, en 1586. Este acontecimiento aparece narrado en una de las pinturas del altar, en otra hay escenas de las curaciones milagrosas atribuidas a esta advocación mariana, que se representa junto a San Antonio de Padua y San Andrés.
En los pilares del templo, además, pueden verse las pinturas de los Apóstoles, elaboradas entre 1756 y 1775 por José de Valladares, inspirados en los grabados de Juan Bautista Piazetta y renovados por Juan José Rosales, en 1813. El cuadro de Jesucristo fue pintado en 1756. También se encuentran los cuadros de fundadores de órdenes: San Bernardo de Claraval, San Bruno, San Cayetano, Santo Domingo de Guzmán, San Felipe Neri, San Francisco de Asís, San Francisco de Paula, San Ignacio de Loyola y San Juan de Dios. También puede verse un estupendo púlpito barroco, con una talla de la Virgen de La Merced, seis confesionarios y las insignias o cruces de consagración.
- Varios Autores: El tesoro de La Merced. Citibank, Compañía de Jesús, Miami, 1997, páginas 13-28. Annis, Op. Cit., página 87.
- Annis, Op. Cit., páginas 87-89.
- Varios, Op. Cit.
- Varios, Op. Cit.
- El Guatemalteco, 20 de febrero de 1879, página 1 y 2.
- Diario de Centro América, 23 de febrero de 1924, página 6.
- Diario de Guatemala, 15 de septiembre de 1928, página 2-3.
- Diario de Centro América, 18 de octubre de 1948, página 1.
- http://www.prensalibre.com/noticias/politica/Apoyan-restauracion-templo-Merced_0_332367002.html
- Varios, Op. Cit.
- Varios, Op. Cit.
- Diario de Centro América, 27 de octubre de 1919, página 2.
- Varios, Op. Cit.
- Varios, Op. Cit.
- El Gráfico, 5 de mayo de 1983, página 55.
- El Gráfico, 19 de agosto de 1978, página 4.
- Varios, Op. Cit.
- Este y los siguientes párrafos datos de Gustavo Ávalos en: Varios, Op. Cit.
- http://www.cuaresmaysemanasanta.com/jesusdelamerced.html
- Este y los siguientes párrafos datos de Gustavo Ávalos en: Varios, Op. Cit.
|
|
|