La ciudad de Guatemala tiene un pasado fascinante. Construida sobre la antigua Kaminaljuyú, fue elegida por las autoridades hispanas como la sede de la nueva capital del reino a finales del siglo XVIII. Su pasado prehispánico se olvidó para dar paso a construcciones diseñadas por arquitectos españoles y guatemaltecos, seguidores de corrientes estilísticas en boga en Europa. En el territorio, conquistado por los españoles, la única religión permitida era el catolicismo, por lo que la pequeña ciudad se llenó de templos católicos.
Previo al traslado ya se contaba con la Ermita del Carmen (que existía desde el siglo XVII) y la antigua parroquia del pueblo de La Ermita (llamada por eso Parroquia Vieja). A éstos se sumaron algunos como el de San Miguel de Capuchinas, que conservaron el ultrabarroco en su fachada, otros, como Catedral y La Merced, que fueron diseñados según el neoclásico. En la ciudad se construyeron conjuntos conventuales y templos para las órdenes masculinas, femeninas y beaterios.
Debido a la expulsión de los jesuitas pocos años antes del traslado de la capital, en el valle de La Ermita no hubo templo jesuita. Excepto el templo de las Beatas Indias, dependiente de la orden dominica, y la iglesia de Concepción, todas las iglesias continúan funcionando. Los terremotos de 1917, 1918, 1942 y 1976 obligaron a numerosas intervenciones, que nos han dejado con algunos templos de mediados del siglo XX que denotan una proporción más esbelta, como el Santuario de Guadalupe, la Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros o El Calvario y la capilla de Nuestro Señor de las Misericordias. Recorrer los templos no es sólo una actividad religiosa y artística, sino que un recuento de la historia social, cultural, política y económica de la capital de lo que fue el istmo centroamericano y, ahora, de la República de Guatemala.
Compartimos en este especial, 16 de los templos publicados en nuestro documento CROMOS, Arquitectura Religiosa, con textos del Dr. Aníbal Chajón y diagramación de Lisbeth Recinos. |