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Santo Domingo

Con el traslado de la capital al valle de La Ermita, los dominicos recibieron un predio de 300 varas de extensión de norte a sur (desde la 10ª hasta la 13 calle sobre la actual 12 Avenida) y 400 de poniente a oriente

Por las circunstancias del traslado, se construyeron obras provisionales que fueron concluidas en 1778.  En excavaciones arqueológicas realizadas en 1983 se encontraron restos de dichas obras.  En 1788 se había concluido el convento definitivo, cuyo claustro mayor y otros secundarios aún se conservan.  Según la tradición, la construcción se realizó con piedra del pueblo de Las Vacas (zona 17), mezclada con productos obtenidos de las propiedades que tenían los dominicos: miel de la hacienda de San Jerónimo (Baja Verapaz) y leche de la hacienda del Rosario (Amatitlán), así como con fondos obtenidos de la venta de verduras de la hacienda de Palencia (departamento de Guatemala).  El plano original del conjunto fue hecho por Francisco Carbonell, aunque los planos definitivos y la dirección de la obra estuvo a cargo de Pedro Garci Aguirre, con la colaboraron del ingeniero José Guerra y de Bernardo Ramírez como maestro mayor. 


La iglesia

A pesar de que se había prohibido construir cubiertas de bóveda en la ciudad, la iglesia fue coronada con una, cuya construcción se inició en 1797.  Dicha bóveda fue autorizada en 1799 y terminada en 1803.  En 1802 se iniciaron las actividades en el templo, con la consagración del obispo de Ciudad Real de Chiapa, Ambrosio Llano.  La iglesia fue concluida en 1808 y estrenada el 6 de noviembre.  Un año después, fue sepultado en ella Pedro Garci Aguirre. 

En 1815 se inauguró la capilla de Santo Domingo, en el extremo norte del transepto, junto al ingreso al panteón.  Para limitar el atrio, se construyó una verja de hierro, que fue trasladada, a finales del siglo XIX, a la Avenida de La Reforma, donde ahora se encuentra el Ministerio de Educación. 

Cuando se produjo la Independencia, se organizaron dos partidos políticos.  Uno era afín a las órdenes religiosas, el Conservador.  El otro, deseaba eliminar la influencia política de las instituciones católicas, era el Liberal.  En 1829, el líder liberal Francisco Morazán invadió y saqueó la ciudad de Guatemala, tras lo cual expulsó a las órdenes religiosas, entre ellas la de los dominicos.  Ese año, se construyó el altar de Santo Domingo, en la capilla dedicada al fundador de la Orden de Predicadores, probablemente, para mantener viva, entre los fieles, la permanencia de la institución eclesiástica.  Cuando los conservadores retornaron al poder, el período entre 1838 y 1871, los religiosos pudieron volver al país.  De esa cuenta, en 1841 los dominicos agradecieron públicamente la restitución del convento .  Así, en 1866 se colocaron rejas en cada una de las capillas del templo, excepto dos, que fueron colocadas a finales de la centuria. 

A partir de 1871 se produjo la Reforma Liberal, que volvió a expulsar a los frailes, pero el templo estuvo administrado por la diócesis.  Por ello, en 1906, la capilla de Santo Domingo fue pavimentada con piso de cemento líquido, en cuadros blancos y negros .

Los terremotos de 1917 y 1918 dañaron el convento y el templo.  La parte más afectada fue la bóveda que cubría el órgano, pues se desplomó y destrozó el instrumento musical.  En 1919 se contrató a la compañía de Juan Domergue para la reconstrucción.  Se utilizó concreto para reponer la bóveda destruida y se reparó toda la cubierta.  Las obras terminaron en 1920 con el estreno de un nuevo altar mayor, hecho en concreto y revestido de mármol de Carrara, en blanco con aplicaciones de colores.  El altar fue comprado a Giocondo Granai y armado por Juan Espósito.

En 1924 se inauguró la capilla del Señor Sepultado, al sur del brazo de la epístola del transepto, cuyo altar se hizo con parte del mármol que había integrado el altar mayor de la catedral y que había sido traído en 1860.  También se colocó la reja de hierro de dicha capilla, obra y donación de Rafael Orantes.  Del mismo autor y año es la baranda que se encuentra sobre la cornisa y que sustituyó la de madera original, destruida por los terremotos.  Al año siguiente, se colocó la baranda del comulgatorio, hecha en cemento forrado de mármol, obra de José Benatto.  En 1927 se colocó el cancel, obra de Rafael de Sotomayor.

En diciembre de 1933 se bendijo nuevamente el templo, para que estuviera preparado para la consagración de la imagen de la Virgen del Rosario, que se realizó el 7 de enero de 1934 .

El templo volvió a sufrir daños por un sismo ocurrido en 1942.  Fue intervenido por el ingeniero Rafael Pérez de León en 1946.  Cuatro años más tarde, se instalaron los vitrales en las ventanas, importados de España.  En 1960, se desmanteló el altar mayor y se colocó otro, traído de España como los vitrales.   Fue elaborado con maderas guineanas y pan de oro de 22 quilates.  Otra modificación se operó en 1962, cuando fue canonizado san Martín de Porres.  Se le adecuó un altar donde antes estuvo la Virgen de Balvanera, con un fondo de mármol café.

Por aparte, en 1947, se construyó la casa para los frailes, para lo que se utilizó parte del atrio .

En 1968, la iglesia fue declarada Monumento Histórico con protección por parte del Estado .  El mismo año, debido a que la iglesia fue elevada al rango de basílica menor, se hizo necesario alcanzar las medidas mínimas requeridas para dicha jerarquía.  Por ello, el altar mayor fue trasladado bajo uno de los arcos del coro bajo, las obras se concluyeron en 1969.  También en 1969, el convento fue elevado a la categoría de priorato, casi 100 años después de la expulsión de los dominicos .

El terremoto de 1976 dañó nuevamente la iglesia.  Los retablos fueron desmantelados y las piezas colocadas en un patio .  Con ello, cuando se realizó la reparación, se unificaron todos los altares, con hornacinas en los muros, blanqueadas.  También fue necesario restaurar las bóvedas.  En 1979 se reportó una inversión de Q534 mil en la primera fase, que incluía inyecciones epóxicas.  Se había reparado la capilla del Señor Sepultado, el interior y la fachada.  Gracias a esta restauración se colocaron las esculturas de santo Domingo de Guzmán, santo Tomás de Aquino y san Vicente Ferrer en la cúspide de los campanarios y sobre el frontón .  En octubre del mismo año, se reabrió el templo .  Las obras terminaron en 1989

Luego, a Ramiro Valladares se encargó la confección de esculturas para las hornacinas vacías en la fachada.  Representan a fray Domingo de Vico (1485-1555), misionero martirizado con fray Andrés López, al norte de Cobán por grupos lacandones.  Vico fue autor de una Teología Indígena en k’iche’ y, erróneamente, se le consideró influyente en la redacción del Pop Wuj o Popol Vuh.  También está la imagen de fray Lope de Montoya, quien ordenó la talla de la Virgen del Rosario, y fray Domingo de Betanzos (1480-1549), considerado fundador del convento en Guatemala.

En 1992 fueron robados cuatro pinturas del apostolado del templo, atribuidos a Pedro de Zurbarán y valuados en Q50 millones , eran las pinturas de San Pablo, San Felipe, Santiago el Mayor y San Pedro.  Se ofreció una recompensa de Q50 mil por identificar el paradero .  Afortunadamente, fueron recuperadas.  Su restauración se completó en 1998 .


Monumento a fray Bartolomé de las Casas

En el atrio se encuentra el Monumento a fray Bartolomé de las Casas, diseñado por Tomás Mur, fundido en bronce e inaugurado en 1896.  El monumento estuvo primero frente al Instituto Indígena, en la finca La Aurora (actual Instituto Normal zona 13) y, durante varios años, frente al templo de la Parroquia Vieja, en la zona 6, hasta que fue trasladado al atrio, en 1992.  Con motivo de dicho traslado, se remodeló el atrio.  En ese tiempo se instaló una escultura de fray Raimundo Riveiro y Jacinto, para hacer simetría en el atrio. 

También en esa época se completó la restauración de uno de los claustros menores del convento, que se utiliza como oficinas del Ministerio de Cultura y Deportes.  En 2012 se publicó en los medios impresos sobre un proyecto para restaurar el claustro principal.


El templo de Santo Domingo

El diseño de Pedro Garci Aguirre contempló una iglesia al fondo de un espacioso atrio.  La fachada corresponde al neoclasicismo, en el que se destacan las columnas y un frontón triangular, según el modelo establecido por Claude Perrault en la fachada del ala oriental del palacio de Louvre, entre 1665 y 1680.  Sin embargo, aún conserva movimiento de masa mural, herencia barroca que puede percibirse al apreciar la fachada desde el ingreso lateral.

Posee cinco naves, dos para capillas, dos procesionales y la central.  El alzado del proyecto es más acorde con el barroco, pues limita el ingreso de luz en las naves.  Al haber perdido sus altares, se dio primacía a la arquitectura, aunque se pintaron algunos detalles en dorado, lo que da realce a la decoración neoclásica.

La nave central cuenta con hornacinas en los pilares, que alojan imágenes de santos dominicos: Catalina de Siena, Jacinto de Polonia, Inés de Montepulciano, Luis Beltrán, Rosa de Lima y Raimundo de Peñafort.  En el crucero están las esculturas de los también dominicos Pío V, Antonio de Florencia, Bartolomé de Braganza y Augstín Licorino y, en las pechinas de los pontífices procedentes de la misma orden, Pío V, Inocencio V, Benedicto XI y Benedicto XIII.  El presbiterio tiene a los cuatro evangelistas en las pechinas.  El altar mayor contienen las imágenes de Domingo de Guzmán, Vicente Ferrer, Alberto Magno y Tomás de Aquino.

La nave de la epístola da acceso a las capillas laterales.  La primera es la de Jesús Nazareno, luego, se encuentra la pintura de la Virgen de Guadalupe.  A continuación están las capillas del Cíngulo de Santo Tomás de Aquino, con dos arcángeles; santa Ana con san Juan Bautista y san Joaquín; san Vicente Ferrer, titular de la provincia, estas esculturas son barrocas, junto a él, santa Margarita de Hungría y santa Catalina de Ricci, obras recientes; y la capilla de san Martín de Porres, con san Juan Macías y el Hermano Pedro, también de reciente factura.  En el transepto, la pintura de la Apoteosis de Santo Tomás, de Juan José Rosales; la Adoración de los Ángeles y la Asunción.  En el extremo sur, se encuentra la capilla del Sagrario, antigua capilla del Señor Sepultado, con el altar de mármol de 1860 que tuvo la Catedral y piso de mosaico.  En la sacristía, se encuentran los lienzos de los Estigmas de San Francisco; la Entrega del Rosario; la Huida a Egipto; Santo Domingo in Soriano, cuando la Virgen, santa Catalina de Alejandría y santa María Magdalena entregaron a fray Lorenzo da Grotteria una milagrosa pintura de santo Domingo, en la parte superior, el nombre de Dios en caracteres hebreos; la representación de la Sagrada Familia, probablemente con Simeón y Joaquín, y la escultura del Señor de la Caída.  En el coro bajo, se encuentran las esculturas barrocas de San Juan y Virgen de Dolores, la sillería, y las pinturas de la Coronación de la Virgen y la Anunciación.
En el deambulatorio, interrumpido por el comulgatorio actual, se encuentran hornacinas con algunas imágenes, san Magín, santa Catalina de Alejandría, santa Cecilia y san José, estas tres excelentes ejemplos del barroco. En el transepto sur, se encuentra la pintura de los Mártires de Sandomir, de Mariano Pontaza.  Bajo ésta se halla el acceso a la capilla de Santo Domingo, con altar neoclásico, que comunica al antiguo panteón, ahora capilla del Señor Sepultado.  Allí se encuentra la venerada imagen de Cristo yaciente, tallada probablemente hacia 1852 y a la que Víctor Miguel Díaz compuso una bellísima historia que relata el naufragio de la imagen entre los bienes de Catalina de Aragón y la llegada milagrosa a las costas caribeñas.
Las capillas del lado del evangelio son la de Nuestra Señora de Dolores con san Juan y santa María Magdalena, remodelada hace pocos años y que fue la del Señor Sepultado.  De este lado, se encuentran las imágenes de san Antonio, tallado por Julio Dubois en 1936; san Antón y san Agustín; Nuestra Señora del Sagrado Corazón; la Virgen de Balvanera, que se dice trajo el obispo dominico Juan Ramírez a finales del siglo XVI; la de san Pedro de Verona; san Pablo; san Andrés; Cristo Rey, en yeso, de 1930; san Lorenzo y san Sebastián; el Cristo de las Ánimas y el baptisterio, con pila de mármol.  Entre las pinturas que decoran los pilares, se encuentran San Simón, la Virgen del Apocalipsis, San Judas Tadeo, Felipe, Tomás, Santiago el Mayor, Virgen de Dolores, Santiago el Menor, san Mateo, san Matías, san Pablo, santo Tomás y San Pedro.  San Andrés es de Tomás de Merlo.  También están san Juan, san Bartolomé, san Francisco y santo Domingo de Guzmán.

 

La Virgen del Rosario

La imagen fue encargada por fray Lope de Montoya en 1580 y realizada por Nicolás Almaina, Lorenzo Medina y Pedro Bozarráez .  Sufrió notables daños en 1773, por lo que tuvo que ser restaurada por Cornelio Lara en 1774; por Julio Dubois, después de 1918 y por Ramiro Irungaray en 1983.  La luna bajo sus pies es obra de Nemesio Gutiérrez, de 1929, y la aureola o chispa fue restaurada en 1934 por Benjamín Granados .  Está fechada en 1768.  Cuando se coronó a la Virgen, en 1934, ostentó 106 esmeraldas, 80 perlas, 44 topacios y 5 amatistas antiguas.  Ese año se le añadieron una rosa de nueve brillantes con 10 rubíes, una rosa de nueve brillantes con esmeraldas, una rosa de ocho diamantes, un corazón de 42 diamantes, una cruz de 16 brillantes, un sol de 28 brillantes y rayos de chispas y diamantes .  Para la ceremonia, la imagen lució un rosario de oro, hecho en la joyería de Óscar Reynosa, con 153 cuentas para avemarías y 18 para padrenuestros .  La coronación se celebró el 28 de enero de 1934 .

 

  1. Zea, Op. Cit., páginas 37-46. 
  2. Gaceta Oficial, 16 de julio de 1841, página 60.
  3. En este y los siguientes párrafos: Zea, Op. Cit., páginas 46-107.
  4. El Imparcial, 10 de mayo de 1933, página 1.
  5. El Imparcial, 13 de diciembre de 1947, página 5.
  6. Prensa Libre, 12 de noviembre de 1968, página 37.
  7. Prensa Libre, 11 de julio de 1969, página 13.
  8. Zea, Op. Cit.
  9. El Gráfico, 27 de septiembre de 1979, página 4.
  10. El Gráfico, 1 de octubre de 1979, página 1.
  11. Placa conmemorativa en el interior del coro bajo.
  12. Siglo Veintiuno, 16 de abril de 1992, página 3.
  13. Siglo Veintiuno, 25 de junio de 1992, página 3.
  14. El Periódico, 16 de abril de 1998, página 8.
  15. Déleon, Ofelia: Las fiestas populares de la ciudad de Guatemala.  CEFOL, Guatemala, 1989, páginas 112-120.
  16. Zea, Op. Cit.
  17. El Imparcial, 20 de enero de 1934, página 1 y 5.
  18. El Imparcial, 22 de enero de 1934, página 1 y 2.
  19. El Imparcial, 29 de enero de 1934, página 1.
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